domingo, 31 de mayo de 2009

¿Dios Padre o Dios mayordomo?

(Continuación de la entrada Si Dios existiera...)

Como señalé anteriormente, la rebelión del ser humano contra Dios no es compatible con un mundo libre de aflicciones. Si no reconocemos a Dios como nuestro Rey, no podemos acceder a los beneficios que sólo Él puede conceder. El ser humano sueña con vivir en un mundo perfecto, pero muchas veces no quiere atravesar el único puente a través del cual se llega a dicho mundo.

Sin embargo, hay algo más.

R. C. Sproul, en su libro Choosing My Religion [Escogiendo Mi Religión], habla precisamente de esa tendencia que tenemos los seres humanos a buscar los beneficios sin pasar por el benefactor. Reflexionando sobre las historias del Hijo Pródigo y Adán y Eva, señala:

“¿Y qué decir de este joven? Había estado viviendo en casa con su padre, disfrutando todos los beneficios que su padre había provisto a lo largo de su vida. Mientras el padre proveía estos beneficios, el hijo tenía una relación con su padre.

Esta es precisamente la relación que había entre las primeras personas y Dios. Dios hizo a Adán y Eva, los puso en el jardín, les dio todos los beneficios de una sociedad perfecta y les dio maravillosas provisiones. De todos los árboles del jardín, Dios les dijo a Adán y Eva "Pueden comer libremente". Y en algún compañerismo personal que ahora no podemos imaginar, la presencia de Dios entraba en el jardín cuando el día refrescaba, y Adán y Eva corrían para deleitarse en su cercanía.

Pero un día partieron. Decidieron, aparentemente, que lo que realmente querían eran los beneficios de Dios, pero no a Él.

Ese retrato del egoísmo nos representa, también. El hijo le dijo a su padre "Muchas gracias por la herencia. Agradezco los beneficios. Me largo de aquí." Él quería el dinero de su padre, pero no quería a su padre. Me pregunto cuántos de quienes dicen amar a Dios realmente aman a Dios. Es fácil amar a Dios por los beneficios que nos da. De hecho, creo que la mayoría de nosotros pensamos que en realidad debemos tener esos beneficios, y que, sencillamente, está bien que los obtengamos.”

Me puse a pensar, al leer esto, en cuán fácilmente olvidamos cultivar una relación con el Dios benefactor. Dije anteriormente que hay que pasar por Dios para obtener sus beneficios, pero creo que ése no debe ser el objetivo esencial. No es lo mismo tener contacto con un Dios mayordomo que tener contacto con un Dios Padre. Señalé que para acceder a los dones hay que buscar al dador de los dones, pero muchas veces podemos estar haciendo justamente eso y, sin embargo, no estar realmente teniendo una relación con Él. La vida del creyente puede girar en torno a hacer muchas cosas que supuestamente le agradan, pero si éstas están destinadas a convencerle de que nos bendiga, constituirán más bien una ofensa.

Sproul agrega:

No empezamos a amar realmente a Dios hasta que lo amamos por lo que es. El Creador del asombrosamente trazado universo es obviamente digno de conocer, y digno de ser adorado por lo que es en lugar de serlo por lo que nos da.”

Espero no olvidarlo.

0 comentario(s):

Publicar un comentario