Últimamente mi atención ha estado centrada en la forma en que reaccionamos frente a las diferencias que surgen entre nosotros y cómo evitamos que éstas amenacen nuestra "sana convivencia".
Muchas veces se pregona que el mundo actual es más tolerante que antes, pero no creo que sea tan así. Es indudable que en muchos aspectos estamos avanzando, pero creo que nos engañamos cuando creemos que esta supuesta tolerancia es una verdadera aceptación del prójimo.
En lugar de eso, "ya no se tolera a los intolerantes" (?!). No es aceptable expresar una opinión que, directa o indirectamente, invalide la del vecino, ya que, si decimos que está equivocado, le ofenderemos y estaremos poniendo en riesgo nuestra convivencia.
Así que debemos, al parecer, sacrificar lo que sea necesario con tal de seguir viviendo en "armonía". "Todas las opiniones son válidas" y, aunque por el momento te parezca extraño, todas pueden estar en lo correcto. Tú tienes tu verdad, yo tengo la mía y, si no coinciden, al menos seguiremos siendo "amigos". Increíble.
(Continúa en la entrada titulada La nueva tolerancia)
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