viernes, 30 de enero de 2009

El tabú de la predestinación

Habiendo tantos pasajes en que la Biblia habla de la predestinación en forma tanto explícita como implícita, me sorprende que una iglesia pueda permanecer tantos años guardando silencio al respecto.

Es cierto que, de vez en cuando, se hace alusión a los creyentes como "los escogidos", pero tengo la impresión de que generalmente el adjetivo se usa más como un halago dirigido al ser humano que como una declaración de la gracia y la soberanía de Dios.

Es obvio que, si algunos son elegidos, necesariamente hay otros que no lo son, pero, aunque parezca increíble, muchos de quienes aseguran doblegarse ante la Escritura no están dispuestos a aceptar que una cosa implica necesariamente la otra. Por esta razón, en lugar de razonar para comprender, llegan hasta ahí, y se cierran. Es evidente que la doctrina de la elección desafía radicalmente la forma en que los seres humanos estamos acostumbrados a pensar, pero si decimos que "la Biblia es más cortante que una espada de dos filos"*, debemos aceptar que ésta nos hiera si en verdad respetamos la autoridad de Aquel que la inspiró.

Muchos son los que arrojan este tema al mar del olvido en un baúl que dice:

"Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios ..."**

Sin embargo, difícilmente puede tratarse de una "cosa secreta" si la Escritura habla tan franca y abundantemente de ella. En un caso así, más bien podemos recurrir a la segunda parte del texto, que aclara:

"... mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley".

A lo largo de los años he descubierto que la mayor parte de aquellos que evitan hablar del tema son personas que, al no dejar sus prejuicios de lado, han sacado precipitadamente conclusiones erróneas que entorpecen el avance hacia la verdad del asunto. Y lo malo de eso, evidentemente, es que al final no son instruidas por la Escritura sino por sus propias fantasías.

Por lo tanto, no tratemos de adaptar la Escritura a nuestra forma de pensar. Eso no cambiará los hechos que nos cuesta aceptar, pero lo que sí hará es privarnos de una verdad que tiene poder para transformar maravillosamente nuestras vidas.

* Hebreos 4:12

** Deuteronomio 29:29

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