sábado, 20 de junio de 2009

Cuando hay que desatornillar, los martillos no sirven

(Continuación de la entrada La culpa no es de la ley)

Otra de las cosas que quiero comentar con respecto al reportaje del que hablé en la entrada anterior tiene relación con el efecto que estos "ataques" producen en las iglesias aludidas.

Cuando uno está del lado de quienes pretenden desenmascarar estos cultos, muchas veces tiende a pensar que la sola exposición de los hechos abrirá inmediatamente los ojos de quienes están inmersos en la situación; sin embargo, la realidad es otra. En lugar de abandonar la iglesia, pareciera que se aferran más a ella. ¿Cuál es la lógica detrás de esta actitud?

Es sencillo: Ellos están "vacunados" contra esto. Es decir, se les ha enseñado que, si son rechazados, es porque el mundo no entiende la verdad que ellos sí entienden, y por lo tanto, como puede apreciarse, esto demuestra que han sido iluminados. Es un "privilegio", pero como ya sabemos, a veces los privilegios tienen sus costos.

Sé esto porque el cristianismo clásico construye el carácter de los creyentes sobre una idea parecida. Jesús dijo: "Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros"*. Por lo tanto, si el creyente es atacado (o rechazado), no duda de su convicción: Muy por el contrario, se convence más (ahora, es triste cuando este concepto es usado por corrientes que tuercen el cristianismo bíblico, pero es un argumento que tiene una cierta lógica en sí mismo y por lo tanto sirve igualmente para acorazar ideas descabelladas).

Por lo tanto, no creo que un reportaje como el que vimos sea tan efectivo como quisiéramos. El blindaje que estas iglesias poseen debe desarticularse con herramientas de una categoría diferente, pero eso da para largo y no es el tema de esta nota…

* Juan 15:20

2 comentario(s):

samuel dijo...

Es verdad que las críticas son contraproducentes en muchos casos.
Pienso también que es un tema concerniente al liderazgo y que la mejor forma de influenciarlos o demostrarles que existe una mejor manera es haciendo algo mejor, no criticándolos.
No que algunas veces no se deban decir las cosas como son, sino poner por sobre todo la salud de la iglesia.
Porque reconozco algo que me parece muy difícil de creer, pero personas que debido a su buen corazón llegan a estar convencidas de éstas creencias.
Quizá sea parte de nuestra cultura latina que tolera el autoritarismo.

Cristian dijo...

Creo que has tocado un punto relevantísimo: Cómo nuestras convicciones son moldeadas por la admiración con que escuchamos a los líderes que respetamos. Esto suele usarse como un argumento en contra de la religión, pero me atrevo a decir que difícilmente hay alguien exento de caer en ello. En otras palabras, no creo que sea una exclusividad del mundo religioso; cualquiera de nosotros puede llegar a creer cosas que no ha verificado si tan sólo suenan bien o son expresadas por los labios de aquel líder que nos hace sentir seguros.

Me sumo, igualmente, a la afirmación de que no todo es denunciar, sino también mostrar con hechos que la visión correcta es otra.

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