lunes, 4 de marzo de 2013

Hablando inmoralmente de moral


No me agrada tener que escribir lo siguiente, pero creo que es necesario. Voy a describir una conducta, pero no porque quiera recomendarla sino porque creo que deberíamos evitarla: Se trata de lo que parece ser una especie de cobardía y deshonestidad por parte de ciertos cristianos que intervienen en discusiones sobre temas morales.

Últimamente lo he percibido en conversaciones sobre leyes como el Matrimonio Gay y la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, pero más allá del asunto específico que se esté tratando, me impacta la frecuencia con que algunos cristianos se esfuerzan por defender la ética bíblica sin aludir a la autoridad de Dios.

Concordamos en una cosa: Decir que estamos en contra de algo "porque [simplemente] no es la voluntad de Dios" suele generar una barrera en forma automática, pero eso no implica que, por consiguiente, debamos dejar a Dios fuera. Debemos, más bien, esforzarnos por plantear el argumento con sabiduría y tacto.

Es común, sin embargo, que en su esfuerzo por argüir sin la Biblia, estos cristianos hagan, por ejemplo, alusión a estudios científicos que ponen en evidencia el daño físico y/o psicológico causado por aquella práctica que desean prohibir. Dichas investigaciones pueden, evidentemente, ser muy útiles (y deberían darse a conocer), pero cuando el argumento se agota allí, el problema sigue estando presente: Ese cristiano está queriendo dar la impresión de que sus preferencias morales provienen, en último término, de una realidad estrictamente natural, y en el fondo, está diciendo que sus valores deben ser preferidos no porque Dios lo diga, sino porque la naturaleza lo hace conveniente —da lo mismo, entonces, si eres creyente o no—.

Alguien podrá contestar, en este punto, que lo importante es hacer prevalecer la ética cristiana (y que un escéptico, como se sugirió arriba, no escuchará razones provenientes del ámbito sobrenatural), pero mi pregunta es: ¿Es eso, realmente, lo que nos interesa? ¿Es esa la forma en que, como cristianos, debemos hacer valer la supremacía de Dios—sometiendo la gente a reglas bíblicas aunque no las cumpla por amor a Él?

No lo creo. Hay personas que, sin saberlo, siguen patrones de vida cristianos, pero no por eso están en una correcta relación con Dios. La Biblia plantea una norma de vida, pero no como imponiendo reglas que tienen valor por sí solas, sino como describiendo los rasgos de una nueva realidad que el ser humano sólo puede entender —y vivir— habiendo reconocido primero la autoridad de Dios.

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