miércoles, 29 de abril de 2009

El Espíritu no es un resfrío

El fin de semana que recién pasó se casó mi hermano y, como de costumbre, más de algún casado se hizo el simpático alentando a algún soltero a seguir el ejemplo y contraer el sagrado vínculo. Alguien que no voy a mencionar (para proteger su identidad) se acercó a un soltero que tampoco voy a mencionar (para proteger mi identidad), y le dijo, sonriendo como el gato de Cheshire*:

"¡Ojalá que en esta ocasión se te pegue el Espíritu Santo!"

Y sin duda, a juzgar por esa sonrisa demencial, creía que había dicho una genialidad, cuando lo que en realidad había espetado era una auténtica oda a la ignorancia. Ahora bien, yo entiendo a qué se refería y por lo mismo no lo tomé como una ofensa, pero créanme que debí contenerme para no contestar lo que verdaderamente quise decir primero:

"¿Y a usted quién le dijo que puede jugar con el Espíritu Santo o hacer bromas con Él? ¿Cree acaso que se trata de una infección? Sepa usted que por la misericordia de Dios yo ya lo recibí, y que si usted supiera lo que le conviene, ahora mismo estaría de rodillas pidiéndole a Dios que se lo conceda también".

Ufff. Qué difícil es a veces detenerse antes de contestar.

* Ver Alicia en el País de las Maravillas.

2 comentario(s):

Carroña dijo...

Tan solo un comentario no tan relacionado, y a propósito de contagios y pandemias que están tan de moda últimamente, tenemos la gripe del santurronismo, por ahí anda la bacteria del servilismo religioso y hay que tener cuidado con la mosca del lenguaje piadoso que cuando pica, afecta solo el area donde se manejan los verbos pero deja intacta la zona de los pensamientos. Cuidado, que estas patologías sí que son contagiosas.

Muchos saludos Cristian, no había entrado por aquí y ahora tuve un buen rato de lectura. Gracias por lo que escribes.

Cristian dijo...

Gracias a ti, Álvaro, visita ilustre de este blog, y ojalá uno de estos días puedas comentarme más de lo que señalas arriba...

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